¿Qué cosas más tardías podría concederme el tiempo?
Un momento azaroso que se vislumbra entre las horas
tanto más que un descuento de añoranza y voluntad sentida.
Algo querrán decir, entre las líneas, debajo de ellas
en las palabras que no están escritas y que sin embargo se empecinan
por salir hasta la puerta, para mirar el sol de frente, para esputar
contra el silencio
como si fueran el último símbolo de un abecedario perdido, lleno de letras.
Hay un reproche de piedra caliza en el fondo del día
Hay un decir y un escucharnos de a poco, en silencio
Hay un pretérito esponjoso que no para de estrujar lágrimas rezando estampidas de palabras
Hay una mar
Hay un te quiero
Hay de todo menos, de mucho más, de poco nada
y de la nada se cuela un viento encendido y en ése fuego respira el llanto
Hay vos
Hay yo
Hay algo más que dos
¿Hay amor?
Hay que pensar sin elementos
Hay que nadar hasta el ocaso
Hay que morir
Hay una manta en el pecho
Hay una rosa flaquita
y hay muchas más creciendo
Hay unos labios que sólo llegan a un par
Hay un murmullo
Hay un resabio de fiesta
Hay un vaso, una botella, hay un ardor
y hay otro par de labios
que esperan por siempre ese trago
el ansiado
el final
el que indudablemente siempre
seguiremos tomando.