30 de mayo de 2010

Una nada sola no puede hacer hombres

Los hombres descuentenados pisaban la tierra húmeda y decían “tierra”; miraban los pájaros gritar y decían “pájaro”, tapaban sus ojos al mirar el cielo del mediodía y con una sonrisa en el rostro se decían unos a otros: “sol”… Pero uno de ellos se despertó un día sobresaltado por un mal sueño y, sin querer, articuló la palabra “sueño”. Al día siguiente todos dijeron “ayer” y con el paso del tiempo cantaron bajo la luz de la luna para recordar las noches antiguas y celebrar las lluvias, mientras unos monos parlanchines miraban desde los árboles y repetían asombrados lo que los hombres decían.