ese cuerpo traducido en tumba
es el que habla por nosotros
con la mueca del silencio
con una masa de tiempo entre los dientes
o un repulgue de voces que explotan sin estruendo
cada cual entiende la medida de sus deseos
tratando de releer los recuerdos y mendigando
esa limozna de bienestar
que la impune timidez del olvido
apacigua lentamente
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